domingo, 12 de julio de 2015

La mentira política




La mentira política 

Aristóteles definió la política como “el arte de lo posible”, y también expresaba que la política era la “búsqueda del bien común”. Sin embargo otros opinan que “la política es ahora el arte de hacer posible lo imposible”.
Por otra parte, Groucho Marx, de manera más burlesca e irónica, decía que "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados."
Sin embargo, lo que nadie puede negar es la relación entre la política (como un arte y no una ciencia) y la mentira. Muchos durante años han utilizado a Maquiavelo como excusa, repitiendo esta frase que aunque nunca dijo han pretendido que lo sintetiza: "el fin justifica los medios", idea que permite hacer de la mentira, una acción cotidiana e incluso racional del ejercicio de la política moderna. Este principio, construido en la época cuando la sociedad en un 95% era iletrada, sacada de contexto y aplicada hoy, podría ser transitoriamente útil, pero está inevitablemente destinada al fracaso. 
En la contemporaneidad, una cosa es asumir que la política es el arte de la persuación en función de un proyecto político o ideológico, y otra es asumir que es el arte del engaño. Imaginar que hoy, en la era de las redes sociales, internet, mass media, dispositivos electrónicos y digitales, se puede engañar políticamente con plena impunidad moral, es querer pagar muy caro el ejercicio de una profesión fundamentalmente noble, y desvirtuada por el pragmatismo y la mercantilización de la política. 
La esencia de lo político es el poder, sus relaciones y fuerzas, y la esencia de una política revolucionaria es lograr que el poder sea de las mayorías, en contra de la realidad que hoy  no ha cambiado ya que el poder sigue siendo de las minorías, por tanttan este momento, la democracia sigue siendo una política absolutamente revolucionaria, siempre que el ejercicio de la misma no sea para reproducir el modelo representativo, sino, sea para sumar cada vez más por la consagración de la democracia participativa. 
Sin embargo, hay políticos que, vinculados con la construcción de un modelo de política revolucionaria, en el momento de acceder al poder, en lugar de persuadir a las mayorías para el desarrollo y mantenimiento del modelo, optan por mentir, ya que es imposible sostener con la verdad la ineficiencia de quienes pretenden aplicar el modelo. Mientras esto pasa, los que se oponen, desde la misma escuela política, avanzan en la descalificación del modelo gobernante, pretendiendo engañar a las mayorías que han decidido no retroceder ante esquemas que han demostrado por décadas en todo el mundo que oprimir a las mayorías no es positivo para ningún pueblo, aún cuando esta opresión sea edulcorada con "desarrollo". 
Al final, hoy la política en esencia se hace entre mentirosos, que ni siquiera lo hacen pensando en un fin noble, sino que lo hacen por intereses económicos y de poder de grupos o individualidades absolutamente ajenas a las mayorías, aunque unos digan que es en nombre de la revolución y otros digan que es en nombre de la libertad. 
Pero no todo es fatal. Repensar la política parte del principio fundamental de para quién se hace, y la evaluación permanente de las acciones vinculadas con el discurso. Hoy más que nunca, hacer política es un arte, pero no de la mentira, porque la gente no es pendeja,  es el arte de la esperanza viable, de la utopía realizable, el arte de la eficiencia y la eficacia, el arte de lograr lo mejor para todos, o por lo menos para la gran mayoría.
Hacer Política con mayúscula, definitivamente no es exaltar un discurso nacionalista, derogando unos decretos que generaron molestias con los paises vecinos, dándoles al final la razón, pero pateando la mesa con un muy buen elaborado mensaje ante la Asamblea, que lo único que no mencionó fue lo más importante: la supresión de la causa del conflicto diplomático, retrocediendo ante la presión internacional. Pero hacer Política definitivamente tampoco es  llamar a la paz y el diálogo político con guarimbas y hablando de "la salida", o empuñar la defensa del territorio venezolano como discurso, pero sin ser capaces de reconocer que cuando el gobierno pone el tema en el tapete, a pesar del trasfondo, es un avance importante para la opinión pública nacional, es por eso que al final nos engañan, mienten, pero además lo hacen mal, subestiman al pueblo, humillándolo.
Hoy es imprescindible lo nuevo, y eso no nace sólo un rostro fresco pero con las mismas prácticas del pasado. Todos tenemos la responsabilidad de permitirnos lo nuevo, lo distinto, lo revolucionario, ese no solamente es el reto, sino, el objetivo que nos permita salir de la crisis. 


domingo, 5 de julio de 2015

El terrorismo psicológico de la seudopolarización


El terrorismo psicológico de la seudopolarización

Nicmer N. Evans
@NicmerEvans

Todo un entramado de acuerdos implícitos y explícitos entre el Psuv y la Mud hacen deducir un conjunto de acciones de operación psicológica que impida el emerger de nuevas alternativas en el escenario político venezolano, cansado de una polarización artificial, donde los dos aparentes polos tienen el mismo objetivo pero con actores distintos: representar a aquellos que viven del trabajo de otros en contra de aquellos que viven o intentan vivir dignamente de su trabajo.

Lo anterior se ha traducido en acciones de “violencia persuasiva” o más comúnmente llamado terrorismo psicológico. Cuando la oposición dice, en boca de Ramos Allup que quien actúe fuera de la polarización en las próximas elecciones parlamentarias quedará como “polvo cósmico y arena de playa”, o cuando desde el Psuv se afirma que se revisarán los cuadernos de votantes en las primarias, dando a entender la utilización de esta información para el acceso a beneficios otorgados por el Estado o incluso para que los empleados públicos puedan mantener sus trabajos, lo que trasluce son prácticas perversas de la política que conducen a la desviación de cualquier proyecto que pretenda resolver los problemas de un país en crisis.

En el caso específico de las prácticas de violencia psicológica en la dirección electrónica http://www.infocop.es/view_article.asp?id=2797 podemos encontrar un cuadro descriptor de variables sobre los tipos de terrorismo psicológico y sus estrategias:


Como podemos observar, cuando se aplica terrorismo psicológico de tipo indirecto, como por ejemplo: la amenaza de exclusión social por la imposibilidad de tener representación en el parlamento fuera de la polarización, el quedar sin trabajo o dejar de percibir determinados beneficios, además de sentir que son vigilados todos sus movimiento, expresa claramente la utilización de un esquema de terrorismo psicológico que atenta contra el “Entorno del individuo”.

Si a esto le sumamos lo que se genera desde laboratorios mediáticos de gobierno y de oposición, produciendo amenaza, desprecio, humillación y estigmatización contra cualquiera que por las diversas redes sociales se pronuncien responsablemente por una alternativa distinta a la polarización, entonces también estamos ante una estrategia de terrorismo psicológico  directo, desde lo emocional y cognitivo.

Un estudio de Venebarómetro del mes de mayo nos indica que si las elecciones parlamentarias fueran ya, el 32,1% votaría por un candidato de oposición, un 26,1% votaría por un candidato del chavismo y un 23,8% lo haría por un candidato independiente. Ese mismo estudio demuestra que en abril del 2014 esta intención de votos por un candidato independiente era sólo de 1,8%, ¿Esto qué quiere decir?:

  •    Que el pueblo venezolano hoy está cansado de los liderazgos polarizados y cada vez más busca alternativas ante la polarización.
  •    Que ese 23,8% proviene del chavismo, y lo ha perdido el gobierno por su pésima gestión pero no se ha pasado a la oposición porque no creen que estos representen una verdadera opción ante la crisis del país.
  •    El objetivo de la oposición y el gobierno es no permitir  que un sector alterno canalice el descontento del venezolano con los políticos de la polarización y se convierta en un nuevo sector del poder, por lo que debe atentarse contra él, aplicando todas las estrategias, incluyendo  el terrorismo psicológico.


Esto genera la inhibición de quienes en silencio, o desde el “closet” hoy apoyan alternativas como Marea Socialista y que aún preservan la esperanza de que la polarización permita que en algún momento pueda tener su tarjeta propia para que se pueda contar.